El “Álbum Argentino” de 1910, además de informar sobre los abundantes y frondosos árboles que la circundaban, formando en su interior amplias avenidas, decía que “tiene una gruta o cascada artificial, con un surtidor de aguas corrientes, que van al canal o lago que en la Plaza existe, y que tiene a su vez artísticos puentes”.
Se podía recorrer el lago en un par de botes disponibles para alquiler. A pesar de que cruzando la avenida Sarmiento, en su intersección con 25 de Mayo, donde hoy se alzan bloques de departamentos, estaba el edificio amurallado de la Cárcel Penitenciaria (que se demolió a fines de los años de 1940), era un paseo muy concurrido, señalaba el historiador Carlos Páz de la Torre.
La “Guía de Tucumán” de 1929 explicaba que, como la plaza, es una de las que tienen más bonito aspecto, es la preferida para todas aquellas fiestas de carácter social al aire libre.
La tradicional “Fiesta de la Primavera”, por ejemplo, congregaba a centenares de personas. Entonces, se instalaban quioscos, junto con una profusa iluminación de colores. Los botes iban y venían por el lago, cargados de madres con sus niños. Era un animado espectáculo y su descripción detallada solazaba a la crónica social.
La plaza, hoy centro de una zona residencial de la ciudad, había sido ideada por una ordenanza municipal en 1877, disponiendo su creación, y la Intendencia de Zenón J. Santillán, en 1899-1900, lo benefició con importantes trabajos.
En esa época se construyeron el lago y la gruta. En Tucumán es curiosamente difícil que perduren sitios con agua. A fines de la década de 1920, ya el lago estaba muy descuidado y pantanoso. Desapareció en 1957, cuando su cauce fue secado y rellenado. Los “artisticos”puentes existieron hasta 1979, año de la remodelación que otorgó a la plaza su aspecto actual
