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miércoles, septiembre 11, 2024

Aislado y desafiante, Israel promete “resistir solo” la guerra contra Hamas

Turquía suspendió sus relaciones comerciales con Israel, y el máximo tribunal internacional del mundo está evaluando si la dirigencia israelí no cometió genocidio. Las protestas contra la guerra de Israel en Gaza ya han ganado las calles y los campus universitarios en todas partes del mundo, y España e Irlanda dicen que antes de fin de mes darán reconocimiento formal a la existencia de un Estado palestino.

Y ahora y por primera vez desde que empezó la guerra, hasta Estados Unidos -histórico aliado y benefactor incondicional de Israel- amenaza con frenar el envío de ciertas armas.

Siete meses después de que gran parte del mundo le haya prometido su apoyo por el ataque terrorista de Hamas, Israel está cada vez más aislado. Con una guerra en curso que ya dejó más de 34.000 palestinos muertos y a la Franja de Gaza al borde de la hambruna, cualquier simpatía internacional que Israel haya concitado el 7 de octubre se evaporó por completo.

Y nada preocupa o debería preocuparle más a Israel que un resquebrajamiento de sus relaciones con Estados Unidos. El presidente Biden, que antes callaba sus expectativas de que Israel protegiera a los civiles e incrementara la ayuda humanitaria, ha tenido que endurecer su postura por presión de la política partidaria en el contexto de un año electoral. Esta semana, el mandatario anunció que Estados Unidos frenó el envío a Israel de 3500 bombas de alta capacidad.

En su mayor toma de distancia del gobierno de Israel hasta el momento, el miércoles Biden llegó a advertir que las armas podrían seguir en el freezer durante un buen tiempo, una sugerencia que pareció dar cuenta de la indignación que cunde en las capitales y campus universitarios del mundo. La semana terminó el viernes con en un gesto mayormente simbólico de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que respaldó el pedido de Palestina de integrarse al organismo, y el remate llegó el sábado en Suecia, con una protesta multitudinaria en rechazo de la participación de Israel en el Festival de la Canción de Eurovisión.

“Si tenemos que resistir solos, resistiremos solos”, lanzó Netanyahu el jueves, en un reconocimiento implícito y desafiante de que su país quedó prácticamente aislado.

Este efecto rebote de la guerra en todo el mundo, que hasta incluye escraches y boicots contra deportistas y académicos israelíes, tiene desconcertada y aturdida a la opinión pública dentro de Israel, que sigue traumatizada por los ataques del 7 de octubre y considera mayoritariamente que la guerra está justificada. Muchos israelíes achacan el actual aislamiento de Israel al antisemitismo y a la política interna norteamericana. A otros les cuesta diferenciar una crítica razonable de un señalamiento moral selectivo. Y también se preguntan por qué nadie habla de las víctimas israelíes ni se pregunta por qué no hay protestas contra la persecución de los uigures en China o contra la brutal invasión de Rusia a Ucrania.

“Los manifestantes de las universidades norteamericanas no piden la paz ni piden un Estado palestino independiente o la solución de los dos Estados: lo que están pidiendo es la desaparición de Israel”, dice Eytan Glboa, expertos en relaciones Israel-Estados Unidos.

“Estamos frente a la formación en cámara lenta de un Estado paria”, apunta Alon Pinkas, exdiplomático israelí.

Pero la compleja y transversal reprobación que llega de todo el mundo no puede desestimarse como un simple capricho de militantes anti-Israel: el país enfrenta consecuencias reales, para su seguridad y su economía.

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